En un periodo de cambios e incertidumbre como el actual, la figura del ingeniero civil adquiere un mayor relieve, convirtiéndose en un pilar fundamental para la evolución de las infraestructuras.
Los últimos años han sido testigos de importantes cambios a todos los niveles; unos cambios a los que la sociedad trata de adaptarse para seguir evolucionando. Y es en este escenario donde profesionales como los ingenieros civiles y los ingenieros técnicos de obras públicas tienen una labor esencial.
Por un lado, todos los países se han enfrentado a una pandemia que les ha llevado a situaciones nunca vividas. Y por otro, el mundo está sumido en un proceso de cambio climático que está provocando un aumento paulatino de las temperaturas y, como consecuencia, un mayor número de catástrofes naturales. Ante tal situación, cabe preguntarse por las figuras que están llamadas a liderar la adaptación a los nuevos tiempos.
Y como se acaba de señalar, los ingenieros civiles y los ingenieros técnicos de obras públicas tienen mucho que decir al respecto, simplemente por la propia esencia de su trabajo: diseñar, construir, mantener, en definitiva, gestionar todo tipo de infraestructuras esenciales para el bienestar social.
Escenario post pandemia
Afortunadamente, la situación sanitaria ha mejorado sustancialmente en el último año, pero en este tiempo han aparecido nuevas necesidades. El día a día de millones de personas ha variado, así como los requerimientos que tienen para cada una de las facetas de su vida. Esto repercute en las obras que se han de llevar a cabo, es decir, las administraciones se encuentran en la tesitura de adaptarse a una nueva realidad en la que deben estar preparadas ante un rebrote o una nueva pandemia.
Contra el cambio climático
Por otro lado, tanto los países como las organizaciones supranacionales se hallan inmersas en la puesta en marcha de procesos que frenen la contaminación que acelera la emisión de gases con efecto invernadero.
Esto está llevando a un cambio en los modelos de construcción, cada vez más cercanos al concepto de economía circular y basados en fuentes de energía renovables.
Esa realidad trae consigo nuevas necesidades, especialmente en el sector público, que es el que debe abanderar un cambio que se antoja esencial. De ahí que una figura como los ingenieros civiles resulte de una importancia capital para liderar estos precesos.
El camino hacia una mayor sostenibilidad es imparable, pero lleno de complicaciones, ya que supone realizar cambios sustanciales que van desde el uso de nuevos materiales de construcción, hasta el logro de una mayor eficiencia energética en cada una de las edificaciones que se levanten.
El liderazgo de los ingenieros civiles
Una vez expuestos los escenarios que se prevén de cara a los próximos años, cabe preguntarse una vez más cuál es la labor de los ingenieros civiles y por qué han de tomar un rol de liderazgo que no siempre han jugado.
Para la primera de las cuestiones hay que remitirse al elevado nivel de conocimiento que adquieren los ingenieros civiles durante su etapa de formación, el cual les permite estar preparados para ser competentes en multitud de tareas. De este modo, un ingeniero civil cuenta con la capacidad de realizar el diseño, la redacción y la firma de estudios, proyectos y trabajos -sean del tamaño que sean-; de llevar a cabo cálculos de estructuras; de dirigir todo tipo de obras, e incluso de impartir docencia.
Esa preparación también les proporciona la base para trabajar durante cualquier momento del ciclo de vida de las infraestructuras, desde el proyecto y la construcción, hasta su gestión y mantenimiento. Y no solo eso, estos profesionales intervienen en la gestión de los recursos hidráulicos, en la planificación urbana, en la ordenación del territorio, en las redes de abastecimiento y saneamiento, en la explotación de puertos, y hasta en la gestión de emergencias, entre otros muchos ámbitos de actuación.
Tal amalgama de saberes les coloca en una posición estratégica desde la que pueden coordinar todo tipo de proyectos e iniciativas, sean de la naturaleza que sean. Dicho de otro modo, el ingeniero civil se convierte en una especie de faro capaz de iluminar el camino de todos los que trabajan en pos de un mismo objetivo.
Retos y responsabilidad
Así pues, el trabajo y el asesoramiento que realizan estos profesionales ayuda a gestionar mejor los recursos públicos tanto en el mantenimiento de las infraestructuras y servicios existentes, como en la construcción de otros nuevos. Ese hecho se traduce en que ayudan a que la sociedad avance y a que la ciudadanía tenga una mayor calidad de vida (de hecho, este es uno de los objetivos éticos primordiales de cualquier ingeniero civil).
Claro que para lograr tal objetivo, deben enfrentarse a retos importantes, muchos de ellos relacionados con los nuevos escenarios que se han dibujado en las líneas anteriores. Entre tales desafíos hay que destacar el referido a la aplicación de procesos y materiales sostenibles y el de la preparación ante los nuevos modelos de gestión que existen en la inversión en infraestructuras; y todo ello atendiendo al cumplimiento de las normativas vigentes.
En definitiva, el buen hacer de la ingeniería civil debe convertirse en el timón que lleve a buen puerto cualquier proyecto destinado a mejorar la sociedad.